La Correspondencia de España, 2 de enero de 1920
COMENTANDO
La ignorancia de unos y la
cobardía de otros va a producir un gravísimo conflicto en toda España por la
crisis del carbón.
Telegramas de León dicen que
huelgan forzosamente siete mil obreros por no poder trabajar en las minas de
carbón a causa de la falta de vagones y estar abarrotadas las plazas de todas
las explotaciones mineras. De Asturias comunican que se van restringiendo las
jornadas por las mismas causas, y de continuar así las cosas, estamos en
vísperas. De un gravísimo conflicto por culpa de la ignorancia de unos y de la
cobardía de otros. La ignorancia es la culpable del desbarajuste en los
transportes, cada vez mayor desde que en mal hora se encargó el Estado de la
organización de los servicios de distribución de vagones. La cobardía es la
responsable de que las minas no produzcan su máximo rendimiento, pues a ella se
debe que no puedan ser exportados los cientos de miles de toneladas de
superproducción que se están perdiendo a boca mina, sin beneficio para nadie y
con daño notorio para todos, el sistema, prohibitivo para encarecer el carbón y
no para abaratarlo como algunos suponen.
Con motivo del alza de los
carbones han sido puestas en explotación nuevas cuencas carboníferas, y
solamente en la provincia de León hay carbones bastantes para surtir el mercado
nacional. Como León está más próximo que Asturias y no se halla sometido al
influjo restrictivo del Puerto de Pajares, claro es que su tráfico puede ser
regulado de modo beneficioso para el consumo interior. Tan cierto es esto, que
muy pronto variará esencialmente el régimen carbonero de España y la zona
asturiana, por ser marítima, se dedicará a proveer al litoral y a exportar, y
la zona leonesa será la proveedora del centro de España, Es imposible ir contra
las leyes fundamentales de la Economía Política, y uno de sus fundamentos es la
doctrina irrefutable de que la proximidad de los productos consumidos los
abarata en el punto de consumo. A menor recorrido, mayor rapidez y menor
precio. Por lo tanto, será fatalmente la zona leonesa, en concurrencia con la
manchega y andaluza, la proveedora del centro español, siendo indispensable para
resolver el problema carbonero, que los encargados de estudiarlo vivan dentro
de esa realidad fundamental. Quien la ignore y quien además sea cobarde para no
afrontar cara a cara el problema de la exportación, no hará otra cosa que
arruinar España y producir gravísimos conflictos sociales, con ruina posible de
la industria.
*
En minería, cuando hay posibilidad
de extraer grandes cantidades de mineral, el problema consiste no en vender
poco y caro, sino mucho más barato. Pondré un ejemplo. Un coto de hierro puede
extraer un millón de toneladas y sólo extraer por dificultades de transporte
100.000. Para vivir la Sociedad que lo explota, formada con 5.000.000 de
pesetas, necesita por lo menos 500.000 pesetas de beneficios. Extrayendo
1.000.000 de toneladas le bastará con ganar 0'50 en tonelada. Si extrae 100.000
necesitará ganar 5 pesetas. Pero como eso es imposible, la empresa suspende los
trabajos. ¿Está claro? Pues sucede lo mismo con el carbón. No se trata de
toneladas sino de las pesetas necesarias para explotar. Si una mina tiene mil
pesetas de gastos generales y extrae mil toneladas, cargará sólo una peseta en
tonelada; pero si sólo extrae 100 o solo veinte, corresponderán 10 pesetas a
cada tonelada.
Es todo esto tan claro, tan
exacto, que yo no he podido comprender nunca como hay gente que cierren los
ojos a la evidencia de la realidad y sé empeñen en vivir siempre de espaldas a
ella, aferradas a la ignorancia y a la cobardía. Ignorancia para no plantear
bien los problemas, y cobardía, para no resolverlos en justicia sin miedo a las
murmuraciones de los eternos maldicientes, incapaces de otra cosa que de
arremeter contra la honra de los demás, acaso por considerarla tan susceptible
de captación como la suya propia.
*
No esta España, felizmente, como
en 1914. Precisamente nacen todos los errores de estudiar el problema como
entonces, partiendo del supuesto del déficit en la producción y de lo
defectuoso de la calidad. Desde entonces han sido descubiertas nuevas cuencas,
ha sido intensificada la producción en las ya explotadas, y se han puesto en claro
la existencia de carbones excelentes, que sólo necesitan para competir con los
extranjeros, ser bien manipulados en el lavado y luego en el briqueteado. Hoy
produce España cribados de clase insuperables y briquetas que pueden competir
con las mejores extranjeras, clases que aun mejorarán cuando se perfeccionen
los lavaderos y sean fomentadas las industrias de destilación, de briqueteado.
¿Cómo pues estudiar el problema
del carbón en 1920 con los mismos argumentos y datos que en 1914? Variada la
cantidad producida y la calidad del producto, explotadas por añadidura otras
cuencas mineras y transformados también los procedimientos industriales de
combustión, exige el sentido común que el problema sea planteado y resuelto de
modo distinto, por ser distintos todos sus datos. En 1914 era un problema
distinto de déficit, y en 1920 puede y debe ser de superávit. Y como es todo lo
contrario, contraria debe ser la solución, y diferentes los medios encaminados
a llegar a ella.
Ni puede ser alegada ignorancia, ni la
cobardía debe servir para escudarse ante las demandas que sean justas. Quien
sea cobarde e ignorante, debe recluirse en su casa, porque la ignorancia y la
cobardía sólo sirven para lo que han servido hasta ahora: para que el carbón
vaya caro y los mineros estén en huelga forzosa, a la misma hora en que hay
millones de toneladas extraídas y que no pueden ser consumidas por falta de
transportes.
JUAN DE ARAGON