jueves, 23 de enero de 2025

A016 PENETRACION O INFLUENCIA EN MARRUECOS

 

 

 Leopoldo Romeo intenta diferenciar entre la penetración o la influencia en Marruecos

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La Correspondencia de España, 26 de julio de 1905 (1)

LO DE MARRUECOS

PELIGROS CONJURADOS

He tenido ocasión de conversar con personas que conocen cuanto se relaciona con los asuntos internacionales, y en nuestra conversación, ha sido Marruecos el punto culminante. Reflejo exacto de esas conversaciones y de la verdad diplomática, son las siguientes líneas:

El problema de Marruecos, que estuvo hace meses muy embrollado, ha entrado en período de satisfactorio planteamiento, y todo hace esperar que la solución sea armónica para cuantas Potencias están en él interesadas. Tenía ese problema factores muy diversos que producían complicaciones enormes por su heterogeneidad; pero, felizmente. ha podido ser planteado en términos más concretos y homogéneos. A la diversidad de criterio reemplaza ahora la unidad, y lo heterogéneo de las aspiraciones se convierte en homogeneidad de deseos, pues todas las Potencias en el problema interesadas buscan fórmula de paz, de concordia, de civilización, de equidad de intereses soluciones definitivas que aclaren el horizonte para lo porvenir y resuelvan para siempre, el problema principal, que es la penetración, y los problemas secundarios, que son los comerciales, la influencia.

Confunden muchos la penetración con la influencia, y de esa confusión nació la posibilidad de un conflicto. Penetrar equivale á tener derechos de control, de vigilancia, de protección, de privilegio. La influencia, en cambio, atañe sólo á lo comercial, y claro es que puede muy bien suceder que Potencias que nunca ambicionaron derechos de penetración, pidanles sea reconocido el derecho a extender sus zonas de influencia al amparo de concesiones mercantiles, en absoluto independientes de las territoriales.

Por dicha de Europa, el equívoco ha sido deshecho, y la intervención de Alemania y de los Estados Unidos ha producido, en sus conversaciones diplomáticas con Francia, un resultado muy favorable: la inteligencia de todas las Potencias en los puntos capitales y el acuerdo de que los secundarios se fundamenten en base de armonía. La Conferencia internacional será obra de pacificación, no sólo para hoy, sino para lo porvenir.

En diplomacia es imposible concretar, porque las Cancillerías no formulan nunca su criterio definitivo hasta el momento oportuno; pero no se padecerá error al afirmar que todas las Cancillerías partirán de la base de que todas las Potencias tienen derecho a influir comercialmente en el Imperio, garantizando el derecho de todas aquellas otras que por su historia y su posición van a ejercer los derechos y los deberes de la penetración.

Es decir, que España, Inglaterra y Francia reconocerán la influencia comercial de todas las naciones, a cambio de que éstas reconozcan a las primeras sus derechos indiscutibles a ejercitar en misión civilizadora un controle político y financiero sobre Marruecos, abriendo sus puertas a la cultura moderna y robusteciendo la autoridad del Sultán con su apoyo moral y financiero.

 Nadie sueña en conquistas, y ni un solo momento se ha pensado en penetraciones a mano armada. Esos son sueños, y Europa. solamente quiere devolver la paz al Imperio, librándole de la anarquía que hoy le amenaza con gérmenes de disolución.

Hubo un momento, cuando el equívoco aun no había sido destruido, en el cual peligró realmente la concordia europea: pero ese momento duró tan poco, que el peligro, se conjuró en horas... Radoan y Rouvier procedieron con tal tino, con tal patriotismo, con tales previsiones, que el amor propio no asomó ni una sola vez a sus labios, dominando en sus palabras, no la nota de egoísmo nacional, sino el ferviente deseo de que Europa recobrase su perdida tranquilidad, volviendo la politica internacional a sus cauces normales, desbordados por el aluvión de inmoderados apetitos de Delcassé. A la política de provocadoras ambiciones sucedió la de prudentes concesiones, y Rouvier y von Bulow acordaron fórmulas de saludable concordia.

Hoy puede afirmarse que el pavoroso problema de Marruecos esta resuelto, pues la Conferencia internacional no será otra cosa que una pública y solemne ratificación de lo que ha sido convenido en términos generales por las Potencias, con acuerdo unánime y sin discrepancias fundamentales.

España, ni perderá ninguno de sus derechos, ni contraerá deberes abrumadores. En esto se hallan todas las Potencias de acuerdo, y es nota dominante entre las Cancillerías la de reconocer á España el máximum de prerrogativas, asignándole el mínimum posible de deberes.

Saben que España no ha de crearles conflictos, y están convencidos de que los españoles, por tradición, por raza y por clima, son los únicos que pueden consolidar la obra de europeización de Marruecos llevando al Imperio, no las armas, que crean odios, sino el trabajo, que crea vínculos de amistad fraternal. España, convenientemente amparada y con robusta salvaguardia, podrá hacer en Marruecos lo que nadie más que ella puede hacer: civilizar el Imperio.

Afirme usted rotundamente, me decían los diplomáticos con quienes he conversado, que la labor diplomática actualmente realizada es obra de concordia, y añada que la Conferencia será la consagración de una nueva política que se puede condensar en una frase: nada de aventuras.

No temo ser rectificado en una sola tilde porque estas líneas están prudentemente contrastadas escuchando diversos pareceres a personas que no sabían había ya hablado con otras. Todos convienen en lo esencial y muchos en lo accesorio. Yo no comento; me limito a dar cuenta.

Juan de Aragón.

(1) https://prensahistorica.mcu.es/es/inicio/inicio.do

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