martes, 4 de febrero de 2025

A116 EL TRUCO DE ABARATAR, ENCARECIENDO LOS PRODUCTOS

 

 

La Correspondencia de España, 13 de octubre de 1920 (1)

COMENTANDO

No podrá decir que gobierna quien no abarate la subsistencia.

Continuamos en el círculo vicioso en que nos metimos hace años. Aumentan los jornales; pero como las subsistencias suben de precio, no sirve para nada la elevación de jornales. El malestar social es producido por la carestía de la vida, y como no desaparecerá hasta que la carestía no cese, es claro como la luz del día que los gobernantes deben preocuparse ante todo y sobre todo de ese problema.

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Cuantos leen mis escritos saben el concepto que tengo de las subsistencias. Para mí es subsistencia todo cuanto es imprescindible para vivir, y por lo tanto, tan subsistencia es la habitación, como el vestido y el alimento. Los gobernantes solo se han preocupado tan solo de algunos se artículos de comer y beber —de los de vestir y arder nada-, y a la hora presente es imposible la vida, pudiendo asegurar que la vida ha encarecido más del doble, pues dos veces más que en 1914 cuestan casi todas las subsistencias, no siendo raro encontrar muchas que aún encarecieron más.

Las que aparentemente no han encarecido tanto, como el pan, han encarecido en realidad, pues la falta de peso y la mala clase del género elevan el precio en proporción que excede del doble de su precio antiguo. Todos los problemas de orden social hoy existentes, no son otra cosa que consecuencias del encarecimiento de subsistencias, y por lo tanto, ésta y no otra es su causa. Si el encarecimiento es a causa del malestar social y este es su efecto, claro es que nada se lograra hasta que no haya desaparecido la causa productora. Por eso digo que no podrá decir gobierna quien no abarate las subsistencias.

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Todos los gobernantes españoles han incurrido en igual error desde 1915: en el de no aplicar sin contemplación de ningún género y con todo rigor la penalidad establecida en las leyes. Además, les falto valor para establecer nuevas penalidades. ¿Para que iban a decretar nuevas penas si no aplicaban las ya existentes? En todo el Mundo imágenes implantada una severísima penalidad para quienes dejaban de cumplir las tasas, adulteraban los alimentos y se confabulaban para encarecerlos. A diario eran enviados a las cárceles y castigados con fuertes multas los contraventores, y aun ahora raro es el día en que no dan cuenta los diarios del extranjero de nuevas condenas. España fue la excepción, y cada cual hizo lo que le imágenes la gana. Por eso y sólo por eso, se da el caso anómalo de que sea España el país donde están más caras las subsistencias en relación al precio de su moneda, aun cuando no sufrió las consecuencias de la guerra ni en hombres, ni en dinero, ni en desorganización industrial. Con ir unos días al Extranjero se puede comprobar la verdad de lo que digo, y Paris y Londres tienen hoy la vida mucho más barata que en España. Desde los hoteles hasta el calzado, todo está más barato en relación con el valor de la moneda, demostrando que el alza está sostenida por la especulación de los intermediarios y por la ambición de los productores, no contenidas por medidas de Gobierno al amparo de una severa penalidad, aplicada sin contemplaciones de ningún género.

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Digan cuanto quieran decir unos cuantos aficionados a divagar y otros tantos pesimistas de esos que ven en toda una revolución latente, todo cuanto sucede no es otra cosa que el malestar producido en casi todas las clases sociales por no poder vivir a causa de la elevación cada día mayor de las subsistencias. Pues eso es cierto, cierto será también que el malestar no cesará hasta que el precio de la subsistencia baje y la vida se normalice. A eso debe atender el Gobierno con preferencia a todo, y entonces, y sólo entonces, podrá decir que gobierna. Mientras tanto, no tendrá derecho a decirlo y el malestar adquirirá proporciones cada día más graves, pues a medida que las subsistencias suban subirán los jornales y llegaremos a un momento en el cual se producirá el cierre de casi todas las industrias y con él el hambre que engendra las revoluciones.

Yo creo que aún es tiempo de evitarlo, y aun me atrevo a opinar que no es tan difícil el remedio como algunes creen. ¡Con copiar lo que hacen los gobernantes del Extranjero y aplicarlo a España sin miedo a nada ni a nadie ya habría bastante!

JUAN DE ARAGON


(1) https://prensahistorica.mcu.es/es/inicio/inicio.do

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