lunes, 3 de febrero de 2025

A108 VACUNA OBLIGATORIA EN MADRID

 

 

La Correspondencia de España, 20 de agosto de 1920 (1)

COMENTANDO

EN EL PASADO MES DE JULIO HUBO DOS DEFUNCIONES POR VIRUELA

Desde Abril de 1919 hasta la fecha sólo se habían registrado dos defunciones por viruela. Me dicen que hay ahora algunos casos y que en el mes de Julio hubo dos defunciones. ¡Qué pena!

Cuando Leopoldo Romeo mi inseparable compañero fue gobernador de esta provincia había una terrible epidemia variolosa. Las invasiones se contaban por centenares y las defunciones llegaron algún mes a cerca de ¡¡¡200!!! Aquello era una vergüenza y además arruinaba a la Diputación Provincial. Una campaña enérgica y rapidísima logró vencer en menos de tres meses la terrible enfermedad y las estadísticas de mortalidad estuvieron durante muchos meses con cero en la cartilla correspondiente a la viruela.

Para acabar con la dolencia, vergüenza de los pueblos civilizados, bastaba con haber continuado la campaña iniciada por aquel gobernador; pero como en este país todo sucesor procura lo primero no imitar a su antecesor, no fue secundada la iniciativa, y el mismo día en que Leopoldo Romeo dejó de ser gobernador se acabó la vacunación. ¿Para qué vacunar a los madrileños, se diría tal vez el señor Aparicio, si yo no vivo en Madrid y en Burgos no hay viruela?

Aquella obra no podía ser definitiva, pues fue realizada en menos de tres meses, y era preciso continuarla; pero no se continuó, y como cada día entran en Madrid centenares de forasteros sin vacunar, vuelve a hacer su aparición la viruela.

*

Tiene aquel gobernador el placer supremo de poder decir que salvó centenares de vidas y que evitó los dolores de la enfermedad a millares de ciudadanos, todo ello a cambio de una pequeñísima molestia: la de dejarse arañar la piel. En cambio, tendrán otros gobernadores el remordimiento de no haber sabido evitar la muerte de sus semejantes. ¡Váyase lo uno por lo otro!.

Si los gobernadores hubiesen continuado exigiendo el cumplimiento de lo mandado, sin contemplaciones de ningún género, no habría en Madrid ni un solo caso de viruela, pues lo que logró Leopoldo Romeo con solo querer, cuando no era costumbre vacunarse, lo habrían logrado con mayor facilidad sus sucesores, ya que las gentes se habían habituado a ello. Pero para todos, hasta para eso, hace falta voluntad, buen deseo, propósito de no retroceder, ni desmayar, entusiasmo por. El cumplimiento del deber. Quien no haya olvidado aquella campaña recordará que hasta para trabajar en cualquier obra se exigía el certificado de vacunación, y como consecuencia de ello, en ninguna se pagaba sin estar vacunado. Con sólo un poco de buena voluntad se consiguió desterrar de Madrid la dolencia y el vecindario secundó las órdenes con ejemplaridad digna de loa, demostrando que sabe obedecer en cuanto alguien le sabe mandar sin que el mandato sea un atropello, un disparate o un capricho momentáneo.

*

Aquella obra, como otras, está siendo destruida por la indolencia y una pena que la labor iniciada no haya tenido la continuación a que la hacía acreedora su fin humanitario. Yo no puedo explicarme las razones que impidan a las autoridades cumplir con sus deberes. Y como uno de los más primordiales es velar por la salud pública, no concibo el incumplimiento del Real Decreto que declara la vacuna obligatoria, señalando severas penas para los contraventores.



Las dos defunciones registradas en Julio serán seguramente de forasteros; pero indican la existencia de casos de viruela; pues no puedo suponer que hayan muerto los dos únicos atacados. Por el modo de vivir la clase baja en Madrid es muy posible que la enfermedad se extienda entre la población llegada a Madrid después de la vacunación forzosa, y sería deplorable que padeciésemos una nueva epidemia por culpa de unas autoridades que no quisieron continuar una obra buena, para la cual sólo se necesita un poco de buena voluntad y de amor al prójimo.

El señor ministro del ramo -si lo hay- debe tomar cartas en el asunto y exigir a rajatabla el cumplimiento del Real Decreto, pues a ello está obligado por ineludibles e inexcusables deberes de su cargo. ¿No creen los lectores que no tendrán perdón de Dios las autoridades si Madrid padece una nueva epidemia de viruela por culpa de su punible negligencia?

JUAN DE ARAGON

(1) https://prensahistorica.mcu.es/es/inicio/inicio.do

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