lunes, 3 de febrero de 2025

A086 ESPAÑA EL PAIS MAS LIBERAL DEL MUNDO

 

 

La Correspondencia de España, 20 de enero de 1920 (1)

Reconoce a España como el país mal liberal del mundo, y por ello no debe compararse con otros países

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Así como sería absurdo llevar abrigo en Agosto porque hace frio en Enero, así es absurdo gritar en España porque se grita en el Extranjero.

Tenemos los españoles un gravísimo defecto que consiste en pretender que la presión social del extranjero haya de ser la influyente en el barómetro social español. Por eso sin duda no se dan cuenta de la realidad de la vida muchos de los directores de los movimientos societarios, y equivocadamente aplican e intentan aplicar en España los mismos procedimientos aplicados en el extranjero. Olvidan las causas productoras de los efectos, y como aquí no existen ni han existido causas iguales ni parecidas, es imposible obtener los mismos efectos. Sucede con estos asuntos sociales lo que con los instrumentos de música. No basta con haber visto a un señor con una batuta y a otros con violines y demás instrumentos interpretar una obra musical, para tomar un señor otra batuta y otros señores los instrumentos y salir de pronto dirigiendo y tocando. Los primeros, hacen música; los segundos, sólo producen ruido. Tocar sin saber tocar, es ridículo. Dirigir, sin haber aprendido a dirigir, es bufo.

Algo de eso está sucediendo en España en el momento actual. Unos, copian los movimientos reflexivos de Inglaterra, de los Estados Unidos y de Francia. Otros, copian los movimientos irreflexivos y demagógicos de Rusia. Pero los unos y los otros olvidan al copiarlos todo aquello que deberían tener más en cuenta: la situación de cada uno de esos países y las causas productoras de los efectos sociales intentados copiar.

Dejando a un lado cuanto se relaciona con los movimientos reflexivos que se van desarrollando en plena normalidad en los Estados Unidos, en Inglaterra y en Francia, respecto de los demás que no van encaminados a matar la producción sino a fomentarla, haciendo compatible la vida del capital con la del trabajo, me ocuparé solamente de los movimientos irreflexivos demagógicos de Rusia y de otros países próximos al desaparecido imperio zarista. ¿Quién puede relacionar el estado social ruso con el español? ¿Cuándo hubo en España ocasión ni pretexto para que el proletariado ni la clase media se sintiesen vejados como las clases medias y el proletariado ruso? España, digan lo que quieran decir unos cuantos agitadores profesionales que viven al amparo de la agitación, es el país más liberal del Mundo, en el amplio sentido de la palabra libertad. Podrá estar atrasado en el concepto científico o político de libertad; pero en el concepto humano y vulgar, es el país donde cada cual hace lo que le da la gana, a punto tal, que si la mayor parte de quienes protestan viviesen en países liberales como Inglaterra e hiciesen allí lo que hacen aquí, tardarían solamente minutos en ir a la cárcel una larga temporada, pues allí no se ha creído nunca que la libertad consiste en poder atropellar el derecho de los demás.

 Seguramente no habría existido revolución en Rusia, si los rusos hubiesen vivido como vivían y viven los españoles. Por lo tanto, es una inconcebible locura argumentar con razones exóticas, para aplicarlas al caso de España, pues este es el país de la libertad, así como aquél fue el de la tiranía.

Tendría razón de ser en España un movimiento de rebeldía de las clases medias; pero no de las clases proletarias, y mucho menos después de las concesiones que han conquistado en los últimos años. Por la organización aun embrionaria de la vida industrial española, apenas si tienen colocaciones adecuadas las clases medias que son las verdaderas víctimas de este movimiento. De un lado se ven estrujadas por sus proveedores, y de otro por su dependencia. Demasiado pronto para variar de modo de vivir, están materialmente muriendo de hambre. Obligadas a vestir con decoro, a convivir con su clase social, conviven milagrosamente, y sobre ellas cae siempre el Fisco, pues el productor se defiende subiendo el precio y el obrero elevando el jornal. Esas clases medias, como no pueden subir nada, se limitan a reducir sus gastos; pero ya no pueden más. Por eso digo que me explicaría la rebeldía de esas clases; pero que no me explico la del proletariado.

La jornada de seis a ocho horas que rige en casi todas las industrias y en algunas de cinco como en los diarios nocturnos, deja libres de diez y seis a diez y nueve horas, y durante ellas son muchos los obreros que pueden ganar y ganan, si no son viciosos, otros jornales dedicados a trabajos independientes de su profesión. Las familias obreras que reúnen ya lo suficiente para vivir con holgura son muy numerosas, y sin miedo a equivocarse, puede ser dicho que quien no gana para vivir es por ser un vago de profesión.

En esos términos planteado el problema, es ridículo argumentar con el ejemplo de Rusia, pues si allí es lógico que se hayan alzado por falta de libertad, es lógico que aquí intenten alcanzar cuando lo que hay es exceso de libertinaje. 

JUAN DE ARAGON

(1) https://prensahistorica.mcu.es/es/inicio/inicio.do

 

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