El Diario de Murcia, 25 de octubre de 1901 (1)
En unas de la reunión sobre los consumos Leopoldo Romeo, defendía la lamentable situación de soldados españoles por el presupuesto de Guerra. No entiende como un militar que se juega su vida come todo el día por tan solo 42 céntimos, mientras gandules roban millones y deshacen a España, y se ríen de los soldados cuando cruzan esas calles orgullosos de ir escoltando la hermosa enseña nacional.
42 céntimos
El otro día, en el meeting de los consumos, Leopoldo Romeo, director de El Evangelio, defendía el presupuesto de Guerra lamentándose de que el soldado solo tuviese para atender a su alimentación la exigua suma de 42 céntimos de pesetas diarios.
Y eso que el elocuente orador no sabe lo que pasa en los cuarteles para poder dar con esa cantidad desayuno, almuerzo y comida.
Los cálculos, trabajo, honradez acrisolada, entusiasmo, resignación y paciencia, que supone llegar a estos milagros con cuatro perras gordas y dos centimillos, hay que verlo para creerlo.
Desde el coronel, hasta el ranchero que sopla la olla, todos se desviven y se menean para conseguir que salga bien la cuenta y no falte rancho para llenar el cazo individual.
El sí bis pace para bellum se reduce a dar un desayuno con ¡dos céntimos! Un almuerzo con ¡dos perras gordas! y una suculenta comida con las otras dos perras que faltan para el complemento de la ración que el Estado señala para alimentar a un hombre adulto en trabajo activo.
Y no está ahí el mal. Todo esto podría sobrellevarse, si en justa relación comieran así los demás servidores de la patria.
Pero es triste que esos héroes anónimos, ese personal arrancado de sus hogares para morir en cumplimiento de un deber sagrado, ese personal que le satura de ideales honor y patriotismo coma con 42 céntimos de peseta, mientras miles de gandules roban millones y deshacen a España, y se ríen de los soldados cuando cruzan esas calles orgullosos de ir escoltando la hermosa enseña nacional.
Por eso hay que confesarlo.
En este país solo queda grande, sublime, heroico y mártir hasta la exageración del sacrificio, Juan Soldado...
El que se desayuna con dos céntimos de peseta y sale al campo tan gallardo y tan gentil para hacer ejercicios militares; el que pasa las horas revolviendo pedazos de cartón para que duren y mantenga el fuego de la olla económica, el que devenga un haber análogo al del presidiario que extingue una condena.
¡Y Dios quiera que dure mucho tiempo ese heroísmo!
¡Desgraciados de los ladrones y asesinos de la patria el día en que el soldado se aperciba de lo que cobra para rancho y haga comparaciones… estudie y reflexione! …
(VELEZ DE LA GOMERA)
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