miércoles, 12 de marzo de 2025

A145 MUERTE DE LEOPOLDO

La Libertad, 7 de marzo de 1925 (1)



Leopoldo Romeo ha muerto. Con honda pena trazamos estas líneas bajo la dolorosa impresión de la desgracia que nos arrebata a uno de los nuestros, a uno de los periodistas más ilustres, a uno de los escritores que dedicó su vida entera al trabajo, mal agradecido de estas hojas diarias. Ha muerto Romeo cuando aún se podían esperar de su gran inteligencia y de su extraordinaria capacidad de trabajo frutos muy lisonjeros; cuando la experiencia adquirida en muchos años de rudo batallar se aunaba a la recia voluntad del pensador simplista, rectilíneo, incapaz del menor desmayo ni de la más pequeña claudicación.

Para nosotros era Romeo algo más que un compañero, que un maestro del periodismo; era el camarada bondadoso, el amigo propicio a los sacrificios mayores. Cuando en aquellos días de lucha desigual en que, animados de un soplo ideal de romanticismo, un grupo de periodistas se alzó contra las grandes Empresas que disponían de todos los resortes del Poder, cuando unos cuantos de los que formábamos aquel grupo quisimos hacer un periódico, no hubo más que una persona capaz de desoír las amenazas, de no doblegarse a las coacciones, y fue Leopoldo Romeo quien al oír nuestra pretensión no tuvo más que una frase, la misma que fue lema de toda su vida. «A trabajar! Todo lo que tengo es vuestro. Casa, talleres, telegramas, hasta cuartillas, lo que necesitéis... Y así se hizo el primer número de LA LIBERTAD y así se levantó en nuestros corazones un altar de gratitud en el que rendimos culto al insigne periodista que ya nos abandona para siempre.

¡Con qué tristeza escribimos “para siempre”! Porque nunca se borrará de nuestra memoria aquellas noches en que Leopoldo Romeo, después de hacer “La Correspondencia de España”, de escribir dos, tres y aún más artículos diarios, velaba con nosotros hasta que los primeros números de LA LIBERTAD salían de las máquinas, y con su ejemplo nos alentaba, con sus consejos nos asistía, y muchas veces, insensible a la fatiga, nos ayudaba con su esfuerzo material en la hora angustiosa del cierre, cuando empezaban a aparecer por las esquinas inmediatas los guardias encargados de perseguir a los vendedores y repartidores de nuestro periódico, y las plumas tremantes de indignación rasgaban las cuartillas. Leopoldo Romeo vivirá siempre con nosotros y para nosotros.

No somos sólo nosotros los que así podemos hablar de Leopoldo Romeo. Su vida entera, esmaltada de sacrificios y renunciaciones, es su mejor ejecutoria. Tuvo periódicos, que fueron grandes órganos de opinión; ocupó altos cargos: fue diputado a Cortes muchas veces, y en la memoria de todos está su labor. Hasta que él ocupó el Gobierno civil de Madrid apenas si se sabía que existía tal cargo. Desde allí, la férrea energía de Leopoldo Romeo salvó al pueblo madrileño de la vergüenza y de los horrores de una epidemia variolosa. Fue la primera vez en que se cumplió una cosa obligatoria: la vacunación. Y fue también obra suya la recogida verdad de los mendigos y vagos profesionales: la creación de los comedores para pobres vergonzantes y tantas otras cosas en que su voluntad triunfó de la falta de recursos y aun de la falta de voluntad de los demás.

Liberal convencido, escritor excelente, de clarísimo estilo y sólida argumentación, sus campañas periodísticas son modelo por la Justicia que las inspiraba. Su pseudónimo de «Juan de Aragón» alcanzó una popularidad envidiable, y en el gran periódico inglés «Daily Telegraph. era respetado y querido como el mejor de todos sus redactores corresponsales.

No os posible hacer en estos momentos, en que el corazón vence al cerebro, una biografía completa de Leopoldo Romeo, periodista insigne, político honrado, honradísimo, hombre bueno y amigo cariñoso y leal. Pudo ser lo que hubiera querido y no quiso ser más que periodista. En otro país hubiera muerto millonario. Aquí, como tantos otros, no pudo pasar de una miseria decorosa, porque nunca ambicionó riqueza y aun la despreció en más de una ocasión.

Con la muerte de Leopoldo Romeo pierde el periodismo español una de sus más relevantes figuras.

A su viuda, doña Luz Fernández Duro y sus hijos y a su hermano, D. José Romeo, enviamos la expresión de nuestro duelo, de nuestro dolor sincero, por la pérdida del maestro y del amigo.

(1) https://prensahistorica.mcu.es/es/inicio/inicio.do

 


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