viernes, 28 de febrero de 2025

A136 RUINA POR LA SUBIDA DE ARANCELES

 

 

 La Correspondencia de España. 18 de abril de 1921 (1)

COMENTANDO

La Real Orden de noviembre del año corriente que elevo sin ton ni son, sin orden ni concierto, abusiva y desconsideradamente, los derechos arancelarios sobre algunos artículos, están arruinando a muchos industriales de buena fe, y al mismo tiempo encarece la vida de modo notorio y excesivo. Partidario decidido de un sistema protector, lo he fundamentado siempre sobre derechos equitativos y racionales; pero siempre he combatido la imposición de derechos arancelarios abusivos. Los repetidos artículo publicados de estas columnas y la intervención de Leopoldo Romeo en el Congreso lo testimonian. Esa Real Orden tendría disculpa si afectase solamente a artículos de fabricación española y que no fuesen primeras materias de otras industrias nacionales; pero no es así. A su debido tiempo lo demostré, y hoy recibo carta de un amigo mío, dueño de una floreciente industria española, de confección de sombrero para señoras y niños, en la cual me da detalles muy interesantes, que merecen ser comentados, para que el público los conozca y vea como se gobierna en España, encareciendo la vida y destrozando de paso industrias que podrían dar fruto y por desgracia son matadas en cuanto florecen.



Se habían establecido en Madrid varias casas que ya competían con el Extranjero en la confección de sombreros para señoras y niños. Sus artículos eran baratos y como fabricaban mucho, daban ocupación a multitud de obreras. Los artículos empleados en la confección de esos sombreros son casi todos extranjeros, pues, según dicen los fabricantes, o no se fabrican en España, o son tan deficientes en aprestos y coloridos, que no pueden ser empleados ni aun para los sombreros de clase más ínfima. La Real Orden a que tantas veces he aludido hace imposible la vida de esas industrias madrileñas y de sus similares de las demás provincias españolas, pues al encarecer los artículos fabricados, se retraen los compradores, y, somo es natural, disminuye el trabajo y, por lo tanto, el número de obreras empleadas. Las cifras siguientes darán una idea de la cuantía de los aumentos

Sedería           de 18 pesetas kilo paga              73

Cinterías         de 18 “                                    73

Plumas           de 30                                    123

Flores             de 12                                     50

Tisús               de 10                                     43

Modelos          de 7                                       30

Con leer esas cifras, ya basta para comprender que esas industrias tan castizamente madrileñas y que dan trabajo a muchos centenares de operarias están amenazadas de muerte. ¿Cómo vender baratos los sombreros de señora y de niños gastando por la clase media, que no puede pagar los sombreros caros mientras duren esas tarifas arancelarias? Milagros, nadie puede hacerlos


Al mismo tiempo que se arruinaba esa industria se favorecía de un modo insolito a las industrias de confección extranjeras, pues lo mismo paga un sombrero de mil francos ya confeccionado que uno de los modelos baratos traídos por los industriales españoles. ¿Cabe en cabeza humana absurdo parecido? ¿Cómo va a vivir esas industrias, a la misma hora en que se cierra la frontera para las primeras materias, se abre de par en par para los artículos ya confeccionados, encareciendo los artículos que compran las clases sociales modestas, sin encarecer proporcionalmente los que compran las clases ricas?

A estos industriales que venden artículos baratos, no les queda el recurso empleado por las sombrereras elegantes, que venden a 600 pesetas sombreros adquiridos en Paris a menos de 200, pues sus parroquianos están acostumbrados a adquirir artículos baratos y en cuanto son elevados los precios, no compran.

Afecta este asunto a casi todo el vecindario madrileño, por ser rara la familia que no compra sombreros para señoras y niños, y como además está amenazada de muerte una industria muy madrileña, que da de comer a muchas centenares de obreras, confío en que señor ministro de Hacienda restablecerá la normalidad arancelaria para esos artículos, medio único de que no perdure la abusiva arbitrariedad, ya que con ello no se perjudica a ninguna otra industria nacional y los derechos son notoriamente prohibicionistas.

JUAN DE ARAGON

 

(1) https://prensahistorica.mcu.es/es/inicio/inicio.do

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