La
Correspondencia de España, 4 de septiembre de 1909
Cuando
no podía ir a Melilla para pasar una noticia se trasladaba a Chafarinas para
enviarlas desde allí
Los
periodistas en Melilla
El
redactor corresponsal de La Unión Mercantil, de Málaga, en Melilla, traza una
breve silueta de cada uno de los compañeros que formen la «harka periodística»,
como llaman humorísticamente a los representantes de la prensa en la plaza
africana. Hélas aquí:
Mencheta
(D. Francisco) es una bellísima persona, que pone al día cinco mil telegramas
de quince palabras, en recortes de papel, y conserva uno del que la censura le
borro hasta la firma.
De
La Correspondencia de España, Rodríguez de Celis, único que estaba el día 9,
cuando el primer suceso. Lleva una campaña brillantísima. L. Romeo, el
director, que cuando no puede pasar noticias por Melilla, coge su barco, se va a
Chafarinas, y por allí las pasa. Les acompañan Rittwagen, gran africanista,
y Mata que empieza ahora su carrera periodística, y que ha aprendido a nadar en
un día.
De
ABC, Actualidades y Blanco y Negro, Sánchez Ocaña, infatigable para telegrafiar
y escribir las crónicas más interesantes. Hasta por la noche lleva la gorra con
la cogotera. Alba y Goñi son los fotógrafos de la empresa y han fotografiado
hasta el Gurugú por la noche, Tur es corresponsal de plantilla de ABC. Como es viudo,
y no mal parecido, tiene un partido asombroso entre el bello sexo. Es quien
acompaña a todos y conoce a todo el mundo.
De
Heraldo de Madrid, Rocamora que no le teme a las balas, y cuando silban a su
lado las saluda como si fueran amigas, y Alfonso el fotógrafo, que ha gastado
ya el objetivo que traía en la máquina, y por eso no salen bien los clichés.
Ahora les ayuda en las informaciones la imponderable «Colombine», en cuyo honor
se celebran fiestas en el cuartel del zoco por la noche.
De
El Imparcial, su director, D. Luis López Ballesteros que larga cada crónica telegráfica
que parte al empleado que tiene que transmitirla.
De
El Liberal, Répide, cultísimo escritor, de admirable estilo, y Bejarano, gran
cronista y perito en asuntos tácticos de la campaña.
De
El Globo, Urquijo, un guasón de primera fuerza, que hace crónicas con lapiz-tinta,
sentado en el escalón de la plaza de los Aljibes, por no perder de vista a las
niñeras.
De
Diario Universal, el Dr. Ruiz Albéniz, joven, simpático, cronista, cantor y que
se escribe ocho crónicas diarias hablando del interior de Marruecos.
De
El Mundo, el imponderable e ilustre autor Enrique López de Alarcón que, con su
forma de hablar, es capaz de convertir un duelo en una juerga.
De
Nuevo Mando, Campúa que, cuando llega el momento, lo mismo tira placas, que
tira tiros, que fotografía á Mencheta catorce veces en un día.
De
El Universo, el amigo Leal que escribe diariamente cuatrocientas cuartillas y, como
es administrador de Correos, no pierde un envío.
De
El Ejército Español, Dato que ha hecho brillantes y detalladas informaciones de
todos los campamentos. A lo mejor, no sabemos de él días enteros, y es que está
contando los tirantes del globo.
De
Los Sucesos, Arija que es capaz de publicar un cliché donde se crea que el Gurugú
fue tomado en julio y hasta publicar un relato detallado de ello. Y si no que
se lo pregunten á Mata.
De
la Agencia Fabra, el amigo Pelayo, el cual cree que la censura tiene preferencias
con algunos corresponsales que ostentan representación nacional, y por eso está
tan negro como al carbón.
De
LAS PROVINCIAS, de Valencia, Eduardo López Chavarri. Es lo más simpático que aquí
ha venido. Es escritor chispeante y poético, gran caricaturista, maestro de música
y alma de la Exposición de Valencia, Pero en cuanto ve una confitería no hay
quien le detenga. Entra en ella y, por la noche, indigestión segura. El otro día,
como no encontró agua de Vichy, compró agua de Colonia.
De
La Vanguardia, de Barcelona, un cronista de verdad, que ha ido a todas partes,
lo ha visto todo y convence a un compañero de la imposibilidad de un ataque nocturno
á la plaza.
De
El Correo de Andalucía, de Sevilla el joven Medina, que vino por sport, y lo
mismo se dá que ocurran sucesos como que no.
De
El Guadalete, de Jerez, Brocardo que hace cada información postal mucho más
larga que el caballo que utiliza para sus excursiones.
Están
también en Melilla el aludido redactor malagueño y ocho ingleses y franceses
con señoras.
Lleva
una campaña brillantísima. L. Romeo, el director, que cuando no puede pasar
noticias por Melilla, coge su barco, se va a Chafarinas, y por allí las pasa.
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